No sé en qué momento de mi vida dejé de escribir poesía. Ella me acompañó durante mi niñez y mi adolescencia. Rellenaba mis horas, no me dejaba dormir, ocupaba mi mente, mis hojas de papel… Con el tiempo creo que imprimí esa poesía en mis cuadros. Pero la pintura también la abandoné al ser madre. Al crear este blog volví a retomar la escritura, no poética, pero sí la de compartir sentimientos y experiencias. Este fin de semana he vuelto a descubrir la poesía, no en los libros, sino en las imágenes. ¿Sabéis que no es lo mismo tomar fotos que amar la fotografía? Quién hace fotos porque le gusta, hace muchas fotos, quien ama la fotografía, porque le gusta, observa la vida en forma de imagen. Para aprender a escribir hay que leer mucho, para aprender a fotografiar, hay que ver buenas fotografías y cuantas más, mejor. La técnica sola no sirve, hay que mirar más allá, en los libros, en internet, en blogs, en donde queráis. Pero hay que mirar. Todo esto os lo cuento después de venir de uno de los cursos de Álvaro Sanz ¿Sabéis quién es? Os lo explico aquí.
Yo soy de las que toman fotografías. Llevo años haciéndolo. He viajado por el mundo y he hecho muchas fotos ¿Con cuántas me quedaría? Con muy pocas. Pensé que no entendía nada de fotografía porque no conocía la técnica e hice cursos para entender mi cámara. Ahora me doy cuenta que la técnica es la parte más sencilla, la más banal. Lo realmente difícil es ver más allá, buscar más allá, sentir más allá. La observación de otros te enseña. No te puedes inspirar si no tienes referentes. No te pueden salir buenas fotos si no te lo curras. “El genio es 1% inspiración y 99% transpiración”, decía Thomas Alva Edison.
Me apunté a uno de los cursos de Álvaro Sanz, con mucha curiosidad ¿Qué había más allá del mito? Álvaro nos recibió a mi familia y a mi este fin de semana en Mura, un paraíso medieval en la montaña, en el Parque Natural de Sant Llorenç de Munt. Al llegar con el coche al alberge ‘Els Caus’ salió a recibirnos. Lo primero que hizo fue saludar a mi hijo Jorge y pedirle una galleta. Con eso ya os digo mucho de él. Sentía no miedo, pero sí respeto de conocer al personaje. Cuando sigues a alguien a través de un blog y empatizas o alucinas con lo que hace, lo elevas a la categoría de mito. Después descubres que es una persona normal, próxima, con sus virtudes y seguramente con sus puntos de mejora, como cualquier ser humano. Álvaro, que se deshizo durante la primera de nuestras noches (y todas las demás horas), intentando hablar con todo el mundo, saludar a todo el mundo, conocer a los allí presentes, nos contó su historia. Él estudió diseño gráfico y trabajó haciendo vídeo. Acabó bastante harto del mundo ruin que nos rodea. Un mundo exigente, rápido, competitivo, zafio y falto de respeto. Para no ser un esclavo del tiempo y, diría yo, del sistema, cambió su vida. Desde entonces se dedica a la fotografía, arte que ha aprendido por puro amor. Da cursos y enseña a mirar más allá de la cámara. Ha vuelto hace poco a hacer alguna producción audiovisual pero ahora escogiendo lo que quiere y le hace sentir feliz.
No os he dicho que al llegar al albergue yo no tenía ni idea de a dónde iba. Pregunté por mi habitación y me encontré con una casa rústica de colonias en la que todos íbamos a dormir juntos. Los que me conocéis sabéis que no soy nada hippie. Los que me conocéis aún mejor sabéis que me adapto fácilmente a todo y con una sonrisa. Mi hijo Jorge estaba emocionado iba a dormir con sus papás de colonias, con otros papás y otros niños. Todos juntos íbamos a hacer una “fiesta del pijama”, decía.
La primera noche, cuando los niños ya dormían, Álvaro nos hizo la mejor introducción a la técnica fotográfica que me han hecho jamás. Él es un fotógrafo autodidacta y un excelente comunicador, así que explica de manera fácil y sencilla cómo aprendió fotografía y cómo maneja la cámara. Da igual el modelo, lo importante es entender los conceptos básicos: sensibilidad, velocidad, diafragma, profundidad de campo… ¡Por fin puedo decir que entiendo las ópticas!
Tomé muchas notas, aunque siempre en clave de mensajes, para mis propias reflexiones: “Fíjate dónde está la mejor luz, ahí seguro está la mejor foto”, decía Álvaro ¡Excelente! Las fotos hay que pensarlas, prepararlas y hasta sentirlas, por no decir medirlas. “Busca siempre un centro de interés, algo concreto que hace que tomes esa fotografía”. Al final, todo se resume en esta pregunta: “¿Por qué voy a hacer la fotografía?” Desde luego esto cambia mi manera de tirar (en su sentido literal) fotos y me lleva a buscar y crear imágenes. “Al hacer una fotografía piensa en construir una historia”, decía este excelente profesional.
Tengo anotados muchos y muchos más consejos, pero son para mi. Si queréis descubrirlos lo mejor será que viváis vuestro momento, vuestras horas junto a Álvaro Sanz en alguno de sus cursos. Yo esta noche me quedo contemplando todos los nombres de fotógrafos que nos mostró y anoté, para observarlos, vivirlos y gozarlos, porque “para hacer una buena fotografía primero debemos saber disfrutar de una buena fotografía”. Os aseguro que esta frase ha cambiado mi percepción de esta disciplina. ¡Gracias Álvaro Sanz!
(*) Nota: Acompañan a este post algunas de las fotos que hice durante este magnífico fin de semana. Me siento una principiante que empieza en un nuevo y apasionante viaje en el que tiene mucho que aprender. Iré mejorando, sin duda. Quiero agradecer a Teresa e Itziar su atención a los peques para que los papás pudiéramos estar tranquilos en las sesiones de Álvaro; A Coaner Codina el fantástico taller que le preparó a los niños, creatividad en estado puro con lenguaje infantil y emocional; A Ferran del albergue ‘Els Caus’ (muy recomendable) por su cariño en todos sus platos, algunos hechos a la medida para mi, ‘arriba la guindilla'; A mi marido por dejarse sobornar con un curso así de regalo; A mis hijos por divertirse con todo y transmitirme puro amor; Y a todos los papás y mamás que conocí y que espero encontrar en otras ocasiones.
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